
Si entramos en la definición de talento podemos ver algunas acepciones que lo equiparan con la inteligencia o “capacidad de entender”, con la aptitud o “la capacidad para el desempeño de algo” y con ser “personas inteligentes o aptas para una determinada ocupación”. Según el diccionario de la Real Academia Española, el talento fue también una moneda de cuenta para griegos y romanos.
El caso es que el término talento se emplea para un amplio abanico de habilidades ya sean de índole creativa, emocional, de liderazgo, relacionadas con capacidades técnicas, analíticas o de innovación y un largo etcétera que incluiría también en parte tanto a las soft como hard skills.
El filósofo José Antonio Marina (2024) denomina talento “al buen uso de la inteligencia, que se caracteriza por elegir bien las metas, manejar la información necesaria, gestionar las emociones y poner en práctica las virtudes ejecutivas imprescindibles para alcanzar esos objetivos”.
Ya en los orígenes etimológicos de la palabra podemos contemplar un vestigio del valor económico del talento que continúa vigente de distintas maneras en la actualidad. Llegados a este punto, no nos podemos olvidar del talento emprendedor, que se define como personas “con espíritu proactivo que son capaces de convertir proyectos e ideas en realidades” (Universidad Carlos III, 2012).
En algunos casos la palabra talento también se asocia a un “don natural” o inherente a las personas, en otros casos se utiliza para referirse a personas con altas capacidades o de alto rendimiento e igualmente sirve para denominar a personas que tienen un gran potencial que está por desarrollar.
Al margen de estas consideraciones, según el profesor y psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi (Myers, D.G., 1994) “el talento se puede aprender”, ya que sus estudios de investigación concluyen que “la adquisición del talento depende de una serie de requisitos como la motivación, las herramientas del conocimiento y la generación de hábitos”.
El desarrollo del talento
Podríamos decir que el talento navega entre el ámbito de la búsqueda, el descubrimiento, el desarrollo y la gestión, por lo que las esferas personal y profesional convergen en que estos talentos florezcan y encuentren su cauce.
Para algunas personas encontrar y desarrollar su talento puede suponer todo un propósito de vida, por lo que su objetivo estaría en conocer ese talento y pulirlo.
La educación y la formación serían las herramientas clave para que la persona aprenda, pruebe, se actualice, practique, se equivoque, evolucione, mejore y se enriquezca con todo lo aprendido en esta aventura que ha decidido emprender.
“Hay personas que siempre buscan nuevos retos, tienen una gran curiosidad y están constantemente aprendiendo. Esto los lleva a encontrar nuevas líneas de negocio, nuevos mercados, a aceptar las críticas y detectar sus propios límites” (Pereiro, Ruth. Emprendedores, 2020).
En este camino formativo y de progreso, la curiosidad, el esfuerzo y el compromiso se posicionan como pilares fundamentales para lograr desarrollar ese talento que nos mueve; casualmente, algunas de estas palabras coinciden en el periplo del talento emprendedor.
Entre la gestión del talento y el “employer branding”
Si nos centramos en el mundo empresarial se multiplican las entradas que nos trasladan la importancia de encontrar el talento, reclutarlo, captarlo y retenerlo para generar entornos de mayor productividad, mejores servicios y atención a los/as clientes/as. En este caso, estaríamos hablando de la gestión del talento.
Parece ser que dentro del top ten de esta gestión del talento se encuentran las estrategias del denominado “employer branding” que consiste en todas las acciones que “una empresa lleva a cabo para construir y gestionar su reputación como empleador” (Universidad Europea, 2025).
Entre las ventajas del “employer branding”, aparte de tener una imagen atractiva como empresa, mejorar la productividad y el compromiso de las personas trabajadoras, también se encuentra, lógicamente, la atracción del talento.
La influencia del talento
A veces se alinean los astros y puede suceder que las personas con talento concurran en ser también personas destacadas en su área de conocimiento, actividad o en el sector en el que trabajan.
Se trataría de personas que gozan de la confianza, el prestigio o el reconocimiento tanto de otros profesionales como de los propios clientes/as.
Aquí el talento fue descubierto o reconocido de alguna manera, se ha cultivado, ha encontrado su camino o una oportunidad y con la experiencia ha llegado al punto óptimo en favor de la autorrealización, los mejores resultados, un gran desempeño y el reconocimiento público.
¿Qué sucede con este talento que se ha consolidado? Diríamos que el talento ha alcanzado el éxito, pero ¿es el éxito el final del camino del talento?
Quizá hasta el éxito necesite de actualización y de nuevos horizontes para no perder el contexto y su lugar.
En esta fase del talento, las personas podrían convertirse en mentoras, «embajadores/as”, “representantes de marca» o «prescriptores/as», puesto que gozan de conocimientos, experiencia, crédito en el desarrollo de sus funciones y sus competencias están más que probadas.
Son interesantes porque inspiran a los demás y ejercen una influencia positiva en otras personas que busquen desarrollar su talento. Por tanto, es evidente que las empresas vuelquen sus esfuerzos en buscar, incorporar y contar de alguna manera con este talento inspirador.
Bibliografía consultada
Diccionario de la lengua española | RAE – ASALE.
¿Qué es el desarrollo del talento?, IBM.
«El talento es el buen uso de la inteligencia», José Antonio Marina (RTVE).
“El talento”, Blog de José Antonio Marina.
¿Qué es el talento? (UCO, 2019).
¿Qué es el talento? Concepto de talento emprendedor (Capítulo I, Injuve)
Myers, D.G. (1994) Psicología. Editorial Médica Panamericana.
Pereiro, Ruth. “¿Qué es el talento emprendedor?” (Revista Emprendedores, 2020).
¿Qué es el talento emprendedor? | UC3M (Universidad Carlos III).
Employer branding: qué es, estrategias y ejemplos (Universidad Europea)
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